Una poesía de rutas montañosas, novelesca y caudalosa retrata mapas clarividentes y verdes claridades. Mudanzas acumuladas y transmigrares de la piel que acontecen en la experiencia latente del tiempo. Ser una, ser dos, pero también pájaro, árbol, piedra, lago e incluso autopista de ocho carriles. Nombrar un milhijos. Pecho tambor, ante la escucha atenta de la Tierra amada, del mundo que se habita, la poeta va siendo en otredad animal y en construcción cívica permanente. Con una mirada contemplativa, cada verso es el ejercicio de un paisaje en el tiempo, cada poema un concierto de letras. Estética desnudez de un rock fugaz. Inspiración como manifestación autónoma de deseo, de una identidad poética y ética que se constituye en arte, en acto de amor cívico, en soberanía; como forma de ser y estar, de reconocer y nacer la vida: Jockergirl.